Preséntate aquí

-Lo siento sire, ahora vengo! Soy consciente de la falta de respeto pero no tengo forma de enmendar eso sin... no hay que perder tiempo.
Me transformo en gapardo y me dirijo a la puerta, alli me transformo en aguila y salgo volando.
En medio minuto se escucha un golpe estrepito fuera y al segundo entro en posado nervioso a la sala con un puño cerrado, y corriendo me dirijo al medio donde ya habia un circulo de tres metros alrededor del vaso todo cojelado. Abro el puño y escampo una especie de polvos ke hacen aparecer un fogonazo que en un instante lo deja todo como estaba antes.
-Lo siento sire, mi alquimia aun tiene que mejorar en estas tierras, aqui no se encuentran los mismos materiales que en el monte Olimpo,intento domiranr los 5 elementos y convinarnos, dejame un tiempo a que me adapte. Pero si le puedo asegurar que he aprendido a manejar las sombras de los animales para que yo me pueda convertir en ellos, pero soy incapaz de transformarme en cualquier humano o vampiro aun.
Abajo la cabeza sin poder simular mi verguenza por lo ocurrido. Tengo miedo, se que valgo pero me siento inferior.

Se levanta y camina hacia el sombra del todo contraído por la furia. Ese vampiro era idiota o no había oído hablar nunca de él.
- Escúchame, aprendiz de brujo - empieza a dar vueltas a su alrededor, con la voz hueca como una tumba -. A duras penas he soportado tus juegos de prestidigitación como para tener que aguantar que te conviertas en varios animales frente a mí. Si realmente quieres entrar a mi mansión, deshazte de esa capacidad; no tolero animales en mi casa.
Se detiene frente a él, consciente de que pese a la cercanía no puede atisbar su rostro en penumbras.

Con rabia asiento co la cabeza la cabeza
- Mis disculpas sire, intentare mejorar en el arte de las sombras y la alquimia.

- Mejora eso y olvídate de convertirte en pollo o en gato.
Se vuelve hacia su trono y se sienta con parsimonia, intentando calmar sus nervios peligrosamente excitados.
- Cuidado con lo que haces en La Cripta, Sombra. No apartaré mis ojos de ti - amenaza como despedida.

Sin decir nada me voy de la sala de espldas.
En el ultimo instante miro a los ojos del sire de una forma afable y amistosa, y sonrio.
Estoy mas tranquilo por su benevolencia conmigo

Entra sigilosamente, avanzando por la estancia hasta estar a tres metros de su señor.
Baja un poco la cabeza y después se inclina ante él.
- Mi nombre es Ivalice, subordinada del Clan de las Sombras, pídeme lo que quieras y te será concedido - usaba un tono de voz neutro, sin ningún tipo de matiz.
Se matuvo en esa posición.

Todavía airado por la representación anterior, observa a la hembra fijamente.
- Otra sombra - gruñe, haciendo eco en los altos techos de la estancia -. Dime tú qué es lo que puedes hacer. Y ya puedes mostrarme algo espectacular si quieres un hueco en mi mansión.

Inclinó la cabeza.
- Sí mi señor.

Cerró los ojos yproyectó una nueva copia de ella a dos metros. Tenían las mismas características, fuerza, destreza, poder.
La copia se abalanzó sobre Ivalice, la cual usando la aeroquinesis, despegó del suelo, controlando las corrientes de aire, quedando suspendida.
La segunda atacó usando pequeñas bolas de fuego, mientras que la original simulaba peldaños en el aire y los esquivaba con impresionante rapidez. Empezó a dar vueltas alrededor de la copia, apoyándose también en las paredes.
La segunda cambió de táctica y sacó de sus botas dos pequeñas agujas de 25 cms y un poco anchas y las lanzó contra ella. Por un centímetro no le dió.
Después de sobrevolar toda la habitación, Ivalice comenzó el contraataque, ayudándose de dos sais. Cayó en picado a por ella, pero al ser copia también disponía de dos iguales no tardó mucho en sacarlas. Con lo cual paró el golpe.
Empezarón a atacarse mutuamente usando los sais como dos gladiadoras.
Con un golpe de gracia, Ivalice la desarmo de una mano y la copia usó la otra para lanzarla, fallando en el acto.
Por último, la original lanzó los dos sais, los cuales fallaron, pero sus sombras dieron en la sombra de la copia. Aniquilándola y haciéndola desaparecer.

Volvió de nuevo a su lugar y se arrodilló ante el Sire, esperando su respuesta.

Un bonito espectáculo para lo que había visto anteriormente.
- Increíble, Sombra - dice admirado -. ¿Cómo dijiste que te llamabas?

- Ivalice, mi señor- respondió vehemente.

- Bienvenida a mi morada, Ivalice - saluda con una leve inclinación de cabeza -. Quiero que hagas algo por mí. A partir de ahora, serás tú quien reciba a los recién llegados en el hall de entrada, liberando de esa carga a mis escoltas. ¿Algún problema con eso?

- Será un honor, Sire- inclinó la cabeza en asentimiento- Si necesita algo más de mí le ruego me lo haga saber.

- Descuida, lo haré.
La despide sin más.

Inclina nuevamente la cabeza, se levanta y sale de la habitación.

Entra cn un vestido negro entallado, el sonido de sus zapatos de tacon aguja se sintio en el silencioso salon miro a su alrededor observando como la miraban entrigados, siguio adelante apesar q no tenia ni idea de lo q se trataba o q le hiban a hacer, pero de algo estaba segura cualquiera de ellos cn un ligero movimiento de dedos podian acabar cn ella,siguio caminando para luego aligerar sus pasos hasta llegar delante de un altar con la mirada en alto y fijamente sin mostrar ni una gota de miedo o temor se arrodillo de mala manera era lo bastante orgullosa como para estar haciendolo inclino su cabeza lentamente seria la ultima vez q lo hiciera de forma cortez ante la oscuridad y el altar:

-Hoy ante usted me presento Soy Aixa....Mi sire estoy dispuesta a complacerlo en lo q sea su voluntad,puesto q soy una simple mortal y tengo limites no me presuma por ellos

*sonrio levemente mostrando su ego capaz de hacer cualquier cosa si estaba dispuesta*

-Pida lo q desee sus ordenes are -dijo aun con la cabeza baja.

La actitud de la humana dejaba mucho que desear, pero aún así decidió no encadenarla en el Rosetón. Que se encargaran de ella los príncipes, si es que eran todavía lo suficientemente machos para domar a una humana.
- Bienvenida a mi morada - comenzó con voz neutra -. Dirígete al hall de la mansión. Ivalice irá a buscarte y te llevará a tu habitación.

Entra con paso seguro, mirando a su alrededor con cautela pero sin miedo.
No le gustaba ese sitio. No le gustaban los vampiros. Pero era su deber.
Se arrodilla ante La Pluma en un movimiento suave.
- He venido, Sire.

Le observa, frunciendo el ceño.
- ¿Y de dónde se supone que has salido tú?

Alza la cabeza para observar al ser, extrañado.
- Mi príncipe, Micael, me llamó - explica -. Pensé que os habría informado.
Se levanta del suelo, echándose el pelo hacia atrás.

* Solto un poco el aire, inclino su cabeza de forma cortez ante el altar*
-Gracias Mi sire, asi sera *se levanto lentamente aun con la mirada baja dio tres paso hacia atras aun defrente y se giro lentamente, Miro al joven q habia entrado y salio sin mas hacia el Hall*

-Caido -llama, mirándo a Jared-. Busca a tu príncipe y lárgate de aquí. Los Caídos ya me aburren.

Entró a la sala con paso seguro y firme. Miró hacia el príncipe de su clan, Raldhor, haciendo una leve reverencia con la cabeza, y siguió andando hasta el gran Sire. Se arrodilló.
- Alexander, del clan de los asesinos. Para lo que desee.

-Oh, otro asesino -da una palmada, como si aplaudiese-. Buen Clan el vuestro, sí, señor. Me encanta rodearme de asesinos -su carcajada resuena en la sala-. Dime, Alexander, ¿estás dispusto a cualquier cosa?

Levantó la cabeza, aun arrodillado.
- Si señor.

Lo mira, entrecerrando los ojos.
-¿Incluso a traicionar a tu Príncipe?