Preséntate aquí

Sin pronunciar palabra solo asintió con la cabeza a las ordenes del Sire.
Se puso de pie con gracia sin igual, dio unos paso hacia atrás antes de darse media vuelta y continuar su camino.
Antes de retirarse fue directamente hacia Ayden, se detuvo frente a él y con una pequeña reverencia dijo:
-Mi principe...
Una vez echo su saludo, enderezó la espalda y se dirigió a las puertas.
Pero antes de traspasar éstas, por un fugaz instante su mirada se encontró con Tarken...

Entra en el lugar algo confusa. La verdad, nunca en su vida habia bisto un lugar tan hermoso como sacro.
Vestida con un vestido de seda negro, zapatos de tacon y una capa de terciopelo que cubre sus desnudos brazos, observa desde un rincon sin saber que hacer en el lugar.
Observo a un caballero eleganemente vestido sentado en un trono y fruncio el ceño, mas confusa aun.

Gira la cabeza al sentir la presencia de una humana que no esperaba en absoluto. Se levanta algo agitado.
- ¿Quién eres tú, humana y qué buscas en este lugar?
Decide serenarse y vuelve a sentarse, muy lentamente. No quiere asustarla. Ya ha visto su guarida y no puede dejarla marchar. Tendrá que ir a la Cripta con todos los demás, a ser posible, por propia voluntad. Si no.... En fin, un aperitivo tampoco le vendría mal.

Observa al caballero y se aproxima a él.
-Ni siquiera se donde me hayo, mi señor. Tan solo busco un lugar donde morir en paz y tranquilidad.

Una risa ronca se escapa de su garganta... Un sonido grave, profundo... sin el menor rastro de humor.
- ¿Morir?
Sacude la cabeza.
- Dirígete a mi morada, querida. La Cripta, se llama. Conoce a los seres que la habitan. Que ellos te informen de las posibilidades - da tres golpes con su báculo, provocando un sonido hueco en toda la estancia -. Si entonces todavía quieres entrar en el sueño eterno... Allí tendrás más oportunidades que en ningún otro sitio.
La despide con un movimiento de su brazo.

Asiente y comienza a caminar hacia atras hasta que se pierde de la vista del caballero.

Se escurre dentro de la sala, seguiendo a aquel ángel de ojos verdes que poco tiene de ángel.
Un demonio con rostro y modales de un ángel, pero que esconde algo.
Ahora, está más que dispuesta a averiguar quién es realmente. Dispuesta a saber cualquier cosa,
a pesar de que su vida puede peligrar, más ahora que ha presenciado y visto lo que en esa sala ha pasado.

Se esconde tras una columna de un diametro enorme, ladea un poco el cuerpo para poder atisbar por un lado.
Puede observar al ángel de ojos verdes justo en medio de otros dos hombres.

Empieza a sentir calor, la tensión del momento hace que su piel empiece a cubrirse por una fina capa de sudor.
Sabe que pueden descubrirla en cualquier momento, pero es incapaz de alejarse de allí.

Incapaz de apartar los ojos del ángel.

Avanza por el pasillo sin poder dejar de temblar. Es largo y oscuro... pero más oscura aún es la figura que la espera al final, sentada en un trono negro. Todo negro, todo negro.
Se tapa los oídos con las manos, notando las lágrimas que ruedan por sus mejillas. Todo negro y gente a su alrededor. Por un momento recuerda la cárcel de mujeres. ella avanzando por el pasillo y las mujeres a ambos lados, encerradas en sus celdas, lanzando comentarios a su paso. Ni siquiera entonces tenía tanto miedo.
Tropieza con una baldosa algo descascarillada, pero consigue no caerse de bruces. Se abraza con fuerza sin dejar de mirar a su alrededor, los ojos extraviados como una demente. Hasta que llega frente al ser que la ha sacado de la cárcel, preguntándose si no habría estado mejor entre delincuentes.
- Bu-bu... enas noches - intenta controlar los temblores y el tartamudeo -. Me dijiste que viniera y aquí estoy.

-Así es, Faith -la sombra se levanta del trono y baja las escaleras hasta plantarse delante de la patetica humana-. Ahora tienes un cometido. Vas a ser útil -atrapa la mano de la joven entre las suyas y le da una suave palmadita-. Vas a ser útil. De nuevo.

Bruscamente la suelta y sube de nuevo las escaleras, dejándose caer pesadamente sobre el trono.

-Kyra, llévala a sus aposentos. Ahora mismo.

Corre despavorida hacia la salida, donde una mujer la cierra el paso y la agarra de un brazo.
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! - el timbre suena histérico incluso para ella.
La mujer empieza a llevársela en dirección a una casa.
- ¿Dónde me llevas? ¡Noooooo....!
Grita, sabiendo que sus chillidos se pierden en la negrura.

Pasa junto a la mujer histérica, pero apenas pierde un segundo en ella. Camina con seguridad hacia el que pronto será su Sire, obviando a todos los de alrededor. A pesar de ser humano, vale más que todos esos seres juntos.
Es un elegido. Por su altura. Por su porte. Por su inteligencia. Por lo que sea, pero le han elegido a él entre millones de habitantes de la Tierra. Eso significa algo, ¿no?
Sigue caminando hasta llegar a la base del trono. No se arrodilla. ¿Para qué? Pronto, él también será un dios entre los inmortales.

Observa al humano de arriba a bajo. Un buen espécimen, quizás con los humos demasiado altos.

-Presta tu juramente, humano -la voz retumba en la sala-. ¿Y bien? ¿A qué esperas?

¿Juramento?
- ¿Qué juramento? A mí me juraron que me convertiría en vampiro. Nadie dijo que yo tuviera que jurar nada - contesta con altivez.

-¿Osas hablarme así? -se levanta del trono y lo mira desde su altura-. ¿Sabes con qué facilidad podría acabar contigo?

Agacha la cabeza, algo acobardado. Pero vuelve a alzarla al instante. No le habían elegido por ser una criatura asustadiza.
- Con el debido respeto, señor - su voz es ahora algo burlona -. Pero ni siquiera sé qué es lo que tengo que jurar.
Alza una ceja con diversión, pero no se atreve a reir abiertamente.

-Humano osado... -murmura antes de alzar la voz-: ¡Tarken! -clava la mirada en el Principe y luego sonrie abiertamente-. Enséñale a nuestro amigo qué es lo que hacemos con los humanos con muchos humos como él.

El Principe se apresura en obedecer.
Sin mediar palabra con el humano, lo saca a empeñones de la gran sala.
Una sonrisa malvada se dibuja en su rostro al cruzar las puertas: iba a disfrutar mucho poniendo al humano en su lugar.

El primer empujón le pilla por sorpresa y a punto está de caerse.
- ¡Eh, grandullón! Cuidado con lo que tocas.
Para el segundo está más preparado, pero aún así acaba estampado contra la pared.
- Me cago en la...

A punto de abandonar la estancia, capta un olor inconfundible. Un olor por el que todos en aquella sala matarían.
Alarga el brazo y agarra a la mujer. Estaba escondida tras una columna, y ahora está a punto de ser mordida.
Una mujer hermosa, por cierto...

Se sobresalta y siente la frente perlada de sudor.
-Suelt...¡Suéltame!

- Demasiado tarde para eso.
Abre la boca con intenciones muy claras. Y se aproxima a su cuello lentamente.

-¡Principe!

Gira la cabeza con los ojos entrecerrados y mira a la hembra.
- ¿Sí?

-Sueltala ahora mismo.

Sin el consentimiento de La Pluma no se puede hacer nada. ¿Quién és esa humana? Primero deben averigüarlo.

Aprieta los brazos de la mujer y cierra los ojos con fuerza. Luego la empuja hacia el pasillo y sale de allí en busca de alimento.